sábado, 24 de octubre de 2015

Primera clase de ruso... ¡en ruso! ¿Es posible enseñar una lengua utilizando sólo esa y ninguna otra?

¡Hola a todos!

Esta vez me ha llevado más tiempo escribir una nueva entrada porque tengo mucho, mucho lío entre las clases presenciales del máster, todo el trabajo que tenemos que hacer en casa y las clases de alemán dos veces por semana. Tenía previsto dedicar una entrada a la asignatura en la que se enmarca el tema de hoy, así que es momento de aprovechar la ocasión, ahora que nos han encargado escribir sobre una clase de ruso (sí, ruso. Enseguida llegamos a eso). 

En el máster FPELE tenemos una asignatura llamada Metodología de ELE: Destrezas, actividades y técnicas. Es muy práctica y, en cierto modo, contiene muchos de los aspectos que yo esperaba aprender en este máster: ver diferentes tipos de ejercicios/actividades/tareas (que no es lo mismo, eso es otra cosa que se aprende) para el aula y reflexionar sobre ellos; también hablar sobre la actitud del profesor, por ejemplo qué puede o debe hacer mientras los alumnos hacen un ejercicio en clase, cómo lidiar con los diferentes ritmos que tienen los distintos alumnos; también hemos visto diferentes manuales y sus enfoques... En fin, que esta asignatura me encanta y aprendo muchísimo (y no lo escribo sólo porque sepa que lo leerá la profesora :-)). 

En clase ha surgido muchas veces la cuestión de la lengua que debemos utilizar para enseñar. Por poner un ejemplo que me queda cerca: cuando doy clase de alemán, ¿debo utilizar sólo alemán? ¿O español (porque mis alumnos son todos hispanohablantes nativos)? ¿O una mezcla? Y, si estuviera en una clase donde no todos son hispanohablantes, ¿utilizo inglés? ¿U otra lengua que compartamos?

Debo reconocer que yo era muy, muy escéptica a la hora de utilizar en clase sólo la lengua que se está enseñando, especialmente en el caso de los principiantes absolutos. Por eso también reaccioné de forma escéptica cuando Begoña, la profesora de la asignatura, dijo que vendrían a darnos una clase de ruso sólo en ruso. 

Y así fue. El día programado, no fue Begoña quien apareció en el aula sino una chica llamada Amanda Canals. Desde el principio todo fue en ruso. Todo. Aprendimos de memoria las frases para presentarnos, escribimos nuestro nombre en alfabeto cirílico siguiendo una guía que nos dio Amanda, y aprendimos algo de vocabulario relacionado con la comida, bebida y presentaciones. La profesora lo agrupó todo en la temática "fiesta", que considero muy acertado para una primera clase.

¡Tachán! Mi nombre en ruso. De aquella manera, pero al menos es comprensible. La primera ficha es propiedad de Amanda Canals.
Contrariamente a mis expectativas, entendí en todo momento las explicaciones e instrucciones de Amanda. No por mis conocimientos de ruso, evidentemente, sino gracias a los gestos, las fotos que trajo para ilustrar diferentes bebidas y comidas... También ayudó que eligiera referentes conocidos por nosotros y que algunas palabras no difiriesen mucho de nuestra lengua y cultura, como por ejemplo la tortilla de patatas (ispanski omelet, si no recuerdo mal. Por desgracia no lo apunté). En mi caso, también ayudó un poquitín haber tomado clases de esloveno el año pasado. Hay cosas que se parecen mucho (voda y vada, agua). Amanda repetía mucho las diferentes expresiones, las repetíamos a coro, y después practicábamos en ejercicios en parejas o grupos. Al final, nos pusimos todos en pie y fuimos hablando unos con otros practicando los diálogos de presentación (esta parte se me hizo un poco larga, porque el diálogo era más o menos siempre el mismo). 


Diálogo modelo para la fiesta. El material es propiedad de la profesora Amanda Canals.


Para resumir un poco la experiencia, diré que la clase ha sido una especie de revolución de la concepción que tenía. Efectivamente, es posible dar una clase de ruso sólo en ruso. Pero también es cierto que la mayoría de nosotros venía predispuesta, motivada y con curiosidad. En otro tipo de clases, creo que muchas personas serían reacias a aprender sólo en la lengua, y más sabiendo que comparten lengua materna con el profesor (era el caso de Amanda también, ella es nativa de español, como pudimos ver más tarde). Creo que depende mucho también de la motivación del alumno, de si aprende la lengua por placer, por obligación, de su edad, de dónde la aprende, de la duración de las clases... Si hubiera sido una clase de dos horas, probablemente habríamos acabado un poco saturados.

Llevando la experiencia al terreno propio, aquella misma tarde probé a introducir más alemán en la clase que tenía con el grupo de principiantes. Les decía frases que sabía que no entenderían completamente, pero acompañándolas de gestos, o con una palabra en medio que sí conocían y les daría la clave para comprender. La verdad es que fue genial. Creo que así aprenderán mucho más. Ahora ya es un poco tarde para empezar hablando sólo en alemán y creo que necesitaría mentalizarme y organizar las clases de otra forma. Pero quién sabe, espero animarme en un futuro, también quizá con otro tipo de alumnos. Los que tengo ahora son ingenieros y a muchos no les va demasiado el tema idiomas. Por mi experiencia en la clase de esloveno, que supongo que a mí me parecía tan raro en su día como a ellos el alemán, una hora y media de clase sólo en la lengua de aprendizaje es excesivo. Para mí, combinar la lengua de aprendizaje y otra familiar para los alumnos es lo ideal, introduciendo cada vez más la de aprendizaje a medida que las clases avanzan y el nivel aumentan.

Acaba de derribarse parcialmente, pues, una de mis creencias (otro tema muy interesante, por cierto). ¿Cuántas más lo harán de aquí al final del máster? Seguro que muchas...

Feliz fin de semana y hasta pronto,

Cristina 

2 comentarios:

  1. Gracias por la interesante entrada. Te confieso que has reafirmado una de mis creencias. En mi opinión, la universidad debe ser un espacio en el que cuestionemos lo que pensamos, lo que creemos saber; un espacio en el que debatir y reflexionar.

    En este sentido, tu entrada me ha hecho pensar que es posible replantearse lo que hacemos. También me ha gustado que tu replanteamiento haya llegado hasta tu práctica docente, en definitiva el objetivo de este máster.
    Gracias por tu aportación

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    1. Gracias a ti, Begoña, por tu amable respuesta. Estoy de acuerdo contigo sobre la universidad, y desde luego, si hay algo que estoy haciendo en el máster es reflexionar :-)

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